Acompañado por el Élder Marcos A. Aidukaitis, del Primer Quórum de los Setenta y Segundo Consejero de la Presidencia del Área Sudamérica Sur, el Élder Scott mantuvo una reunión con los Misioneros de la Misión Argentina Bahía Blanca por la mañana. Posteriormente, se reunió con,los Hombres y Mujeres Jóvenes de ambas Estacas, y finalmente, con todos los miembros de la Iglesia .

En el comienzo de la reunión, el Élder Marcos A. Aidukaitis testificó: “Quiero que sepan que tenemos entre nosotros a un profeta del Señor. Elder Scott es un verdadero Apóstol del señor Jesucristo.” Además, el Élder Aidukaitis enseñó sobre la ley de diezmos. Citando la promesa registrada en el capítulo 10 de Malaquías, dijo que “se que muchos de ustedes probaron esta promesa. Cuando los demás ven el progreso de la Iglesia, nos llaman bienaventurados, tal cual lo prometió el profeta en la antigüedad.”
El Élder Scott, en el comienzo de su alocución, felicitó a los santos por el sacrificio de haberse congregado en tanta cantidad, aún siendo un día laborable, y dijo que “el progreso de la iglesia se basa en el cumplimiento fiel de los mandamientos, como el diezmo, de miles de miembros.”
Enseñando por medio de parábolas modernas, el Élder Scott recalcó la importancia del Espíritu Santo al momento de enseñar y aprender el Evangelio. Lo importante de estás parábolas, que fueron discutidas y analizadas con los presentes, es que cada uno recibió la porción de sabiduría que necesitaba de ellas, por medio de la influencia del Espíritu.

“El Espíritu tiene la capacidad de personalizar el mensaje para cada uno de aquellos que lo escuchan.” dijo Élder Scott, y concluyó: “No me importa si se acuerdan algo de lo que he dicho, me importa mucho mas que recuerden exactamente lo que han sentido por medio del Espíritu esta noche.”
“Podrán pensar que, debido a mi llamamiento como testigo especial de Jesucristo, tengo privilegios para recibir guía del Señor.

El Élder Richard G. Scott finalizó testificando del Salvador. “Jesucristo es un ser radiante, glorificado e infinitamente amoroso.” Al escucharle testificar con tanta certeza de la realidad de Jesucristo, las lágrimas brotaron de los ojos de la multitud reunida. Que bendición ha sido para todos poder presenciar y escuchar a un Apóstol del Señor. Que bendición es saber que Dios ha restaurado Su Iglesia en estos últimos días, con el mismo orden, poder y autoridad que en la antigüedad.
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