viernes, 2 de abril de 2010

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?

Existe un hermoso poema anónimo inglés del siglo XIV llamado Pearl (Perla), que constituye una de las elegías medievales más conmovedoras. Tomando la imagen de un joyero que ha perdido su perla en un huerto, éste describe a un padre lamentándose por su hija pequeña muerta en el cementerio donde está enterrada. Se queda dormido con la cabeza sobre el túmulo de su tumba y es arrebatado a una tierra extraña donde toda su pena desaparece de pronto, y donde para su regocijo ve a su hija perdida frente a él, en la otra orilla de un río.


Que triste ha estado, dice él; no tenías necesidad de ello, replica la chica. Bastante cierto, asiente él, porque la ha encontrado y vivirá con ella en alegría a partir de entonces; no, dice la hija, ella no está allí, él no puede reunirse con ella, no puede cruzar el río. No me envíes de nuevo a casa, ruega él. ¿Por qué siempre estás hablando de pena?, pregunta ella con firmeza. Ante esto, el padre abandona su papel activo y se humilla, pero repite su pena en la apología:


“Has sido para mí tanto alegría como dolor,
mas la pena ha sido mucho mayor;
nunca supe, una vez fuiste apartada de los peligros de este mundo,
donde había marchado mi perla.
Pero ahora que lo veo, mi tristeza está aliviada.
Y cuando fuimos separados, no había discordia entre nosotros.
Dios prohíba que ahora nos enfademos el uno con el otro,
nos encontramos tan rara vez entre los árboles y las piedras...”
1

Encontrarse "tan rara vez entre los árboles y las piedras", representa una metáfora bastante acertada de la desesperanza y de la separación definitiva. Al final del poema, el padre se dará cuenta de que el río era la muerte y que el lugar en que se encontraba su hija era una premonición del Paraíso. Mucho más cerca en el tiempo, otra poema llamado Hacia el oeste expresa una idea y una pena similar:

“Recuesta tu atribulada cabeza
la noche ya cae, has llegado al final de tu jornada.
Duerme, y sueña con aquellos que te precedieron.
Están llamándote desde una playa distante.
¿Por qué lloras? ¿Qué son esas lágrimas en tu rostro?
Pronto verás que todos tus temores desaparecen,
seguro en mis brazos, sólo estás durmiendo.
La esperanza se desvanece en el mundo de la noche
Las sombras caen más allá de la memoria y el tiempo.
No digas que has llegado al final
Las costas de luz te llaman, tu y yo volveremos a encontrarnos
Y estarás aquí, en mis brazos, sólo durmiendo.”
2
Esta canción describe, mediante la tierna consolación de un narrador anónimo, el sutil trance de la muerte. Nuevamente, la separación de la vida se representa como el agua intermedia, en este caso el mar. Esta idea del agua que el viajero debe atravesar al finalizar su vida para llegar al paraíso, así como el simbolismo del oeste como la tierra de los muertos, son recurrente en muchas culturas.
En ambos poemas se describe una de los dilemas que han preocupado a la humanidad desde los albores de los tiempos. ¿Qué sucede con nosotros cuando morimos? ¿Algo perdura en el tiempo más allá de este cuerpo mortal? ¿Volveremos a ver alguna vez a nuestros seres queridos que ya han partido? O, como lo expuso Job en la antigüedad:
Mas el hombre morirá y yacerá inerte;
y perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?
Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?
3

Las doctrinas del Libro de Mormón en cuanto a la muerte y la resurrección.

Esa angustia ante la separación y lo desconocido es parte esencial de nuestro estado caído. El Señor enseñó a Moisés:

Y él les dijo: Por motivo de que Adán cayó, nosotros existimos; y por su caída vino la muerte; y somos hechos partícipes de miseria y angustia. 4

La miseria y angustia a la cual se refiere Moisés no es sólo la que provocan el temor a lo desconocido y el dolor por la separación. Llegamos a ser miserables porque la muerte física nos separa de Dios, y constituye una barrera infranqueable en nuestro retorno a nuestro hogar Celestial.5 En Su misericordia, el Señor reveló a través de sus Profetas importantes verdades acerca de la oscuridad de la muerte, para que no tengamos miedo, y podamos cumplir nuestros propósitos en esta vida con esperanza de un mundo mejor. 6 Como en muchos otros asuntos, El Libro de Mormón brinda claridad sobre lo que sucederá con nosotros en el momento de la muerte y la resurrección.

Porque así como la muerte ha pasado sobre todos los hombres, para cumplir el misericordioso designio del gran Creador, también es menester que haya un poder de resurrección, y la resurrección debe venir al hombre por motivo de la caída; y la caída vino a causa de la transgresión; y por haber caído el hombre, fue desterrado de la presencia del Señor.7


Mas he aquí, las ligaduras de la muerte serán quebrantadas; y el Hijo reinará y tendrá poder sobre los muertos; por tanto, llevará a efecto la resurrección de los muertos.8

Ahora bien, hay una muerte que se llama la muerte temporal; y la muerte de Cristo desatará las ligaduras de esta muerte temporal, de modo que todos se levantarán de esta muerte.
El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma; los miembros así como las coyunturas serán restaurados a su propia forma, tal como nos hallamos ahora; y seremos llevados ante Dios, conociendo tal como ahora conocemos, y tendremos un vivo recuerdo de toda nuestra culpa.
Pues bien, esta restauración vendrá sobre todos, tanto viejos como jóvenes, esclavos así como libres, varones así como mujeres, malvados así como justos; y no se perderá ni un solo pelo de su cabeza, sino que todo será restablecido a su perfecta forma, o en el cuerpo, cual se encuentra ahora, y serán llevados a comparecer ante el tribunal de Cristo el Hijo, y Dios el Padre, y el Santo Espíritu, que son un Eterno Dios, para ser juzgados según sus obras, sean buenas o malas.
9


Ahora bien, respecto al estado del alma entre la muerte y la resurrección, he aquí, un ángel me ha hecho saber que los espíritus de todos los hombres, en cuanto se separan de este cuerpo mortal, sí, los espíritus de todos los hombres, sean buenos o malos, son llevados de regreso a ese Dios que les dio la vida.10


...pero esto sí digo, que hay un intervalo entre la muerte y la resurrección del cuerpo, y un estado del alma en felicidad o en miseria, hasta el tiempo que Dios ha señalado para que se levanten los muertos, y sean reunidos el alma y el cuerpo, y llevados a comparecer ante Dios, y ser juzgados según sus obras.
Sí, esto lleva a efecto la restauración de aquellas cosas que se han declarado por boca de los profetas.
El alma será restaurada al cuerpo, y el cuerpo al alma; sí, y todo miembro y coyuntura serán restablecidos a su cuerpo; sí, ni un cabello de la cabeza se perderá, sino que todo será restablecido a su propia y perfecta forma.11


Siendo un joven misionero, una noche regresábamos a nuestro apartamento, cuando mi compañero y yo sentimos que debíamos golpear una puerta más. Un niño nos atendió en la puerta y nos dijo que su abuela no podía atendernos. Atisbamos por un costado de la puerta y vimos una señora llorando en la sala. Cuando preguntamos si necesitaba ayuda, ella nos contó que su hijo había muerto el día anterior en un accidente de autos, dejando a su esposa y tres niños. Expresó también que no podía soportar la angustia de la separación, y que incluso había pensado en suicidarse.
Buscando consolarla, compartimos la escritura en el capítulo 11 de Alma, en el Libro de Mormón: la muerte de Cristo desatará las ligaduras de esta muerte temporal, de modo que todos se levantarán de esta muerte. El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma; los miembros así como las coyunturas serán restaurados a su propia forma, tal como nos hallamos ahora... Testificamos que, gracias al infinito sacrificio de Jesucristo, llegaría el día en que ella se encontraría nuevamente con su hijo, y tendría la oportunidad de vivir eternamente con él y toda su familia. Su expresión cambió, su mirada atribulada dejó lugar a un atisbo de esperanza reflejado en sus ojos. La esperanza que viene de escuchar la palabra que sana el alma herida. La esperanza que viene de escuchar la eterna verdad del Evangelio expresada en las sencillas palabras del Libro de Mormón.


La salvación de los muertos.


Así como las escrituras aclaran sobre lo que sucede luego de esta vida, también la palabra de los profetas enseñan acerca de la salvación que aguarda a los que murieron sin conocer el evangelio, y cuál será nuestra relación con nuestros seres queridos en la otra vida.

He aquí, yo os enviaré a Elías el profeta antes que venga el día grande y terrible del Señor;y él volverá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a sus padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con una maldición. 12

Concluida esta visión, se nos desplegó otra visión grande y gloriosa; porque Elías el profeta, que fue llevado al cielo sin gustar la muerte, se apareció ante nosotros, y dijo: He aquí, ha llegado plenamente el tiempo del cual se habló por boca de Malaquías, testificando que él [Elías el profeta] sería enviado antes que viniera el día grande y terrible del Señor, para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres, para que el mundo entero no fuera herido con una maldición. Por tanto, se entregan en vuestras manos las llaves de esta dispensación; y por esto sabréis que el día grande y terrible del Señor está cerca, sí, a las puertas. 13


Así se predicó el evangelio a los que habían muerto en sus pecados, sin el conocimiento de la verdad, o en transgresión por haber rechazado a los profetas. A ellos se les enseñó la fe en Dios, el arrepentimiento del pecado, el bautismo vicario para la remisión de los pecados, el don del Espíritu Santo por la imposición de las manos, y todos los demás principios del evangelio que les era menester conocer, a fin de habilitarse para que fuesen juzgados en la carne según los hombres, pero vivieran en espíritu según Dios. De modo que se dio a conocer entre los muertos, pequeños así como grandes, tanto a los inicuos como a los fieles, que se había efectuado la redención por medio del sacrificio del Hijo de Dios sobre la cruz. 14


Elías, cual fue profetizado en la antigüedad, restauró la autoridad para sellar las generaciones por todo el tiempo y por toda la eternidad. A través del profeta José Smith, las llaves que permiten que los lazos de amor perduren más allá de la muerte, se ponen a disposición de todos los que reciban las ordenanzas del Santo Templo.
Gracias a estas doctrinas y ordenanzas reveladas en estos últimos días, podemos comprender cabalmente la magnitud del sacrificio del Salvador, y de la esperanza que viene de poner nuestra fe en Él.
Y si Cristo no hubiese resucitado de los muertos, o si no hubiese roto las ligaduras de la muerte, para que el sepulcro no tuviera victoria, ni la muerte aguijón, no habría habido resurrección. Mas hay una resurrección; por tanto, no hay victoria para el sepulcro, y el aguijón de la muerte es consumido en Cristo.15


Con gozo, unimos nuestra voz a la de todos los santos profetas, y declaramos que Él vive. Jesucristo venció la muerte y abrió sus puertas para que todos puedan resucitar y ser juzgados. El apóstol Pablo declaró: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.16
En este tiempo de Pascua, en esta mañana gloriosa de la resurreción, resuenan en nuestros corazones las eternas palabras de Job: Yo sé que mi Redentor vive, y que al final se levantará sobre el polvo.17


Notas:
1 “Pearl”, edición de E. V. Gordon, Oxford, Clarendon Press, 1953, traducción libre.
2 “In to the west”, letra de Fran Walsh, Howard Shore y Annie Lennox, traducción libre.
3 Job 14:10, 14
4 Moises 6:48
5 véase 2 Nefi 2:27-28; 9:8-9
6 véase Eter 12:4
7 2 Nefi 9:6
8 Mosíah 15:20
9 Alma 11:42-44
10 Alma 40: 11
11 Alma 40:21-23
12 3 Nefi 25:5-6
13 D. y C. 110:13-16
14 D. y C. 138:33-34
15 Mosíah 16:7-8
16 1 Cor. 15:55-56
17 Job 19:25

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